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Por Pepe Berra
Otra vez la barbarie golpea a las puertas de la sociedad. Hace 12 días que estamos buscando al compañero Jorge Julio López, testigo fundamental en la causa que condenó a cadena perpetua al asesino Echecolatz, y a medida que pasa el tiempo tenemos que ir suponiendo la peor de las hipótesis. Pero lo sucedido en estos días de angustia sobre la suerte del compañero sirven también para reflexionar sobre las actitudes asumidas por los distintos actores sociales y políticos.
En primer lugar, hay que destacar con firmeza que es una falsedad la disyuntiva sobre si López ha sido víctima de un secuestro o se ha ausentado por cualquier otra razón, ya que ante la más mínima sospecha de que la vida del compañero está en peligro es un deber moral y una necesidad histórica que la sociedad repudie esa posibilidad y se movilice para saber cuanto antes la suerte del militante.
Asimismo, creo que es otra falsa disyuntiva el tema de quién debe dar protección a los militantes o como en este caso testigos de los crímenes de la dictadura porque, sin dejar de lado la necesaria acción del Estado, la única protección que tenemos es en el marco del convencimiento de la sociedad argentina que nunca más se debe dar impunidad a los asesinos y que debemos luchar fuertemente por la verdad, la justicia y la memoria.
Que se intenta con un secuestro? Creo que está muy claro que una acción de ese tipo tiene dos direccionamientos bien definidos: por un lado, utilizar el miedo como herramienta paralizante de los futuros testigos en las causas a los genocidas y por el otro, es un golpe directo al gobierno nacional del compañero Kirchner y a la política instrumentada en materia de derechos humanos.
Ahora bien, si esos son claramente los objetivos que tendría una acción de este tipo, la respuesta no puede ser otra que poner de un lado y aislar social y políticamente a estos grupúsculos de “mano de obra desocupada” y a las fuerzas políticas minoritarias que les sirven de sostén. Esa es la contradicción principal en esta coyuntura.
A la luz de lo visto en estos 12 días, mucho deja que desear el análisis y las posiciones asumidas por muchos sectores que se autotitulan “progresistas”, al igual que la principal dirigencia partidaria e institucional de nuestra provincia.
La ultraizquierda, izquierda o como quiera llamársele, fiel a su miopía histórica e imposibilidad de ver al movimiento nacional, sigue actuando más como una patrulla perdida que como la vanguardia que en su teoría pregonan. A preferido poner al enemigo en el gobierno nacional, negadora como siempre de la realidad y haciendo el culto en la diferenciación, vaya saber con qué finalidad y extraño análisis termina siendo funcional a los grupos de poder, cuando no directamente aliándose a la “derecha” reaccionaria y oligárquica como la marcha Blumberg – Castells en Buenos Aires. Triste destino: enfrentados con las Madres de Plaza de Mayo, el principal símbolo de la resistencia a la dictadura, y compartiendo las mismas críticas políticas que la derecha hace al gobierno nacional.
Por otro lado, la dirigencia partidaria – y fundamentalmente los candidatos que quieren ocupar el sillón del Brigadier- han demostrado un muy pobre compromiso con la democracia y con la sociedad toda, brillando su ausencia de posición sobre un tema central para el avance del proyecto nacional y la búsqueda de la verdad y la justicia. Igual postura han asumido el gobernador y el intendente de Rosario; lejos, muy lejos, de la preocupación demostrada por el propio presidente Kirchner o el gobernador Solá. Tal vez si piensan que este es un problema doméstico que corresponde a otro distrito, no entiendan que con ese tipo de actitudes están sosteniendo la posibilidad de que estas bandas sigan actuando y que más temprano que tarde serán también un problema para ellos mismos. El silencio no es salud, ni es saludable cuando la sociedad reclama posturas claras y contundentes de condena a estos esbirros del pasado.
Por eso, compañeros quería compartir estas reflexiones con ustedes, porque hoy todos juntos tenemos que demandar con fuerza y mucha convicción la aparición con vida del compañero Jorge Julio López, con unidad de los sectores nacionales y populares para aislar a los que buscan el retroceso y la impunidad.